sábado, 6 de octubre de 2018

Sequeiros de Mostad.En los viejos secaderos de castañas.


La recogida de castañas era antaño más que una parte del trabajo en el campo. Era un modo de vida. Durante dos meses, la gente abandonaba sus casas para irse a vivir al monte, en medio de los árboles de los que iban sacando el fruto. Caídos los erizos, tocaba abrirlos para sacar las castañas, que se ahumaban para ir liberándolas de la humedad dentro de los sequeiros, unas construcciones de piedra en las que no solo guardaban el fruto; también era su vivienda temporal. Por eso todas tenían un diseño similar. Abajo, a la entrada, el espacio para dormir y para guardar los aperos de labranza. Al fondo, tras una cubierta de madera, el hogar y la cocina. En la parte alta, el secadero.


Una aldea de O Courel conserva importantes muestras de algunas de las tradiciones más características de la sierra La aldea de Mostaz, una típica población de la sierra de O Courel, ofrece importantes testimonios de la importancia de ha tenido el cultivo de la castaña en la vida tradicional de las comunidades rurales de la montaña lucense. En los alrededores del pueblo se encuentra verse uno de los los conjunto de sequeiros más notables de la zona. Los escasos vecinos que tiene hoy la localidad también conservan muestras de la tradición textil artesanal que caracterizó antaño a estas poblaciones. Cerca de Mostaz, por otra parte, puede verse una gruta de roca caliza que sirve como ejemplo de formación geológica característica de la sierra.











La aldea de Mostaz se ha visto muy afectada en los últimos tiempos por el retroceso demográfico. Los 22 vecinos que tenía hace algunos años se han reducido a sólo cinco en la actualidad. La agricultura y la cría de ganado a pequeña escala eran tradicionalmente las bases económicas de la población, además de la recogida de castañas, una actividad que tuvo aquí gran importancia.El mejor testimonio de esta tradición local es un conjunto de dieciséis sequeiros que forman una especie de pequeño poblado en los alrededores de la localidad. Las construcciones están hoy abandonadas, ya que en Mostaz no queda gente suficiente para ocuparse del laborioso proceso del secado de las castañas, en el que antaño participaba la mayoría de los vecinos, turnándose para mantener el fuego y remover los frutos. La faena empezaba al rayar el día y duraba a veces hasta la una de la madrugada. La campaña duraba de quince a veinte días.Hace unos tres años que se secaron por última vez las castañas al modo tradicional en estas construcciones. El estado de conservación de los sequeiros es aún bastante bueno, aunque la maleza empieza a invadir el camino de acceso al lugar donde se encuentran. Las edificaciones se hallan situadas a distintos niveles en la ladera del monte y están unidas por un camino empedrado.La aldea está ubicada en una franja de roca caliza, un material con el que fueron construidas la mayoría de las viviendas.

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